jueves, 5 de enero de 2017

TRIBULACIONES DE UN ENAMORADO AUSENTE.............DE SI MISMO.

•TRIBULACIONES DE UN ENAMORADO AUSENTE…….DE SI MISMO.
He cambiado sin darme cuenta las agujas y se me ha desprendido por todo este circuito de vías de esta dudosa escritura, una garrafa de engrase y no se en que dirección van tantas y tantas ideas. No se si fue Francis Picabia el que dijo, que  "los descontentos y raros hacen la vida más bella".
Emplearé mi irracional y precaria escofina surrealista mental, para meterme en este fregado. Si realmente fuera solo un poco valiente y me atreviera a escribir lo que pienso y realmente me ha pasado, no sé buscar el escandalo, las intimidades inconfesables pero mi debilidad intelectual me hace esconder el rabo entre las patas y escorar sin rumbo alguno hacia la deriva, y eso que tengo la fórmula, porque yo de tímido he pasado a sinvergüenza y me va de maravilla. Cuanndo por desgracia me comparo y claro me quedo dopado, quizás valdría esto algo pero no salto y eso que la pértiga todavía la agarro. ¡A ver a la altura que salto! A mí de joven con las mujeres me pasaba lo mismo que le pasó al protagonista del extraordinario cuento de GORKI, Bárbara Olessova.  Es que soy su reflejo en el espejo. Hipólito Polkanov es un joven catedrático, al que su hermana le escribe para que deje la ciudad y la visite unos días, a la selva del Volga por que acaba de quedarse viuda con tres hijos.
Una vez en la Rusia profunda, su hermana le presenta, a Bárbara una amiga suya, entonces, entre ellos se forma una relación extraña e incoherente,  se pasean por los bosques y el rio con conversaciones tribiales y sobre la sociedad, la religión y temas por parte de él sociales, pronto renace en ellos la llama de Moisés que es tan inflamable en la juventud, el hombre sabio como ella le llama, es incapaz en todo el relato de tocarla un cabello, no controla ninguna de las sensaciones que le provoca su belleza, le tiene nublo, es tanta la desazón que siente cuando esta con ella, que se siente como un petirrojo a diez centímetros de una culebra, o como un vencejo que el primer día que deja su alto nido se cae al suelo y hay se acaba todo; ella juega con él como un gato con un ratón de campo, tiene más de cuatro pretendientes a los que desprecia y no les hace ningún caso, solo quiere pasear como una colegiala que, se ha fugado del colegio de las monjas para pasear con el lobo por “ EL BOSQUE ANIMADO ” ( Menos mal, que no hay censores si no, estoy seguro de que el jerarca de turno, diría que esto que está leyendo es pura literatura pintada, narcisista,  sublimada y pornográfica).
  ¡Qué interpreten lo que quieran son libres, pero peor es manchar de plomo pintado, a los que no pueden dormir sin un arma debajo de la almohada y eso, sí que no es ningún cuento de hadas. Prosigo, él, como lo soy yo, no es más qué, un triste lobezno inmaduro y asexual, un poeta fracasado y tiene más de oveja que de lobo, y no es capaz de decirle los sentimientos que tanto amor en él han provocado, su corazón es como un negro en una montaña nevada, un blanco perfecto, esta loco por abrazarla, besarla pero una timidez mortal  de poeta,  no le deja. No sé si GORKI da a entender que el amor platónico no basta o sobra, como si fuera solo, para una relación bastarda.
Carezco de herramienta adecuada para hacer alguna disensión objetiva para aclarar esto. Un día, la muchacha le invita a él y a su hermana, a visitar su finca, y se desata una tormenta. Les es imposible volver a su casa, así que pernoctan en la casa de Bárbara, después de estar durante la comida tirándose largas, y no ponerse de acuerdo en nada, desorientado y aburrido se va a la cama, y no es capaz de conciliar el sueño, se pasa la noche soñando con ella, para coger el sueño, (yo personalmente no conozco mejor terapia) con la esperanza, ingenua que tienen los estúpidos, de que ella dé el primer paso, se duerme y al amanecer, llaman a la puerta, el cree que, es ella, y aparece por la puerta la sirvienta, gorda y fea, para asearle la ropa y cepillarle los pantalones, entonces se va a dar un paseo y a darse un baño al rio para esclarecer las ideas, y quitársela de la cabeza. Cuando esta en pleno baño, Barbara, aparece detrás de él, saliendo del rio desnuda y voluptuosa como una diosa, entonces, “prorrumpio ella con un grito de rabia e hizo un ademán de nadar, pero se detuvo, conminándole con voz sorda e inquieta”: ¡Marchese!... no quiero volver a verle ¡ Cobarde! “El la miro a los ojos ya con una llama seca y le dijo” ¿No… no volveré a verla más? “Los nervios le traicionaron y no fue capaz de pedirla perdón, pero ya no tenía tiempo, por que con un gesto de desprecio desapareció entre los árboles, y él se quedo embobado,  mirando el agua turbia del rio, que corría a sus pies lentamente, despacio”.
Cuando, ley de narración, me vi caricaturizado en él, hay poetas que les abruma tanto la belleza, que padecen una especie de síndrome, o cáncer de sensibilidad tan extrema qué parecen quedar muertos,  asocian hasta la caída de una hoja con el vago conocimiento de qué el otoño es el tanatorio de las hojas  en ese vuelo efímero mientras vadea por el aire, con muchas dudas, que dirección tomar hasta tocar  tierra, como un infinito segundo qué solo le queda para contemplar la belleza que tanto los perturba y se contagian de un miedo absoluto, como si ese fuera el último segundo que le queda de vida, y asustados, no reaccionan a esa muerte simbólica, súbita, tienen, por creencia, que si les queda alguna partícula de los ocelos de una mariposa, ya la dan por muerta.
“Fatuo como la espuma, al escanciar la sidra, qué loco el corcho, se ha creído que puede alejarse tanto de ella que, cuando caiga al suelo puede de nuevo al revés, volver a tapar la botella”. Los libros, la imaginación, la soledad en el monte de su pueblo. “La nieve negra” y la gente que conoció interesante, le han creado un alma libre, le han protegido durante mucho tiempo incluso de si mismo, pero fuera de ellos en la vida viva, se siente cobarde, tímido e indefenso, no se cree, que en la realidad la vida sea tan dura,  y a la vez si tu no te la complicas tan sencilla, y se conforman con mucha rebeldía, pero sin ninguna lucha, a ver como los otros cogen los codiciados frutos  porque ellos están convencidos, desde que nacen, por los consejos que de prematuros viejos, en la infancia les dio el fétido olor de que este mundo olía todo a muerte, a la par tan bello, como triste y de que ellos, como que, no son dignos de cosechar los frutos si no, con el don que han recibido,  solo están aquí de paso y no para recogerlos si no que, con la imaginación y las artes explicarlos y la filosofía sembrarlos., tienen tan desarrollado el sentido efímero y absurdo  de que la verdadera vida, solo existió en la infancia, qué no han vuelto ni a crecer, ni madurar ya nunca y buscan en las mujeres siempre a su madre y cuando las hieren no vuelven a perdonarse jamás y no se imaginan que el Capitán Trueno, diera en alguno de sus cuadernillos un solo beso a Sígrid, y menos imaginarse a Mora y Ambros, maniatados por la censura. Porque sus héroes de papel no mueren ni caducan nunca.   
Misóginos, misántropos indecisos, tímidos nostálgicos apocalípticos, cobardes e inseguros idealistas, frustrados fatalistas del complejo de culpa, poetas, capaces e incapaces de canalizar la función científica de la belleza si no es para atormentase solo. Inventamos el amor sin tener ni idea de él. La carne no es débil, para los poetas es, débil su diseño. Maldicen, a las mujeres que más quieren, y las insultan por detras, sin ser  capaces de mirarlas a los ojos de frente, y se dicen como para disculparse. ¡Cuando se darán cuenta las mujeres, de que para los verdaderos poetas, la belleza no tiene sexo! La belleza, es un instrumento con uno de los más sofisticados  y engrasados de los cepos. No sé si fue Marina o Rilque, el que dijo: que con la belleza empezaban siempre los problemas, en fin yo ahora mismo, podía decir, ¡sí! ¡Soy optimista! Me acaba de sonreír una joven muy hermosa al pasar, vuelvo de nuevo a ponerme el vestido de flores del optimismo pero, ¿quién es el que me convence de que esto no acabe mal?
Fue allá por los sesenta y ocho o sesenta y nueve, cuando ya se empezó a tocar la luna y cuando todo el mundo creyó a pies juntitos en las utópicas revoluciones, esas que si no tienen principios éticos y morales de darle al cesar lo que es del cesar y a Dios lo que es de Dios acaban como al principio en dos direcciones. Cuando yo caminaba a ciegas con los insensatos y vírgenes veinte años retrógrados de aquellos días qué uno de los consuelos para desfustrarse era él hacerse amigo del duque de Onán y con la única ideología en la piel de unos pantalones azules y la chaquetilla vaquera. Cuando me enamoré, platónicamente y perdidamente, de una modistilla de mi edad, estuve con ella casi dos años, y me quería tanto qué éramos capaces de pasear toda la tarde de un domingo  por la chopera de Cervera, sin hablarnos tan solo nos bastaba el mirarnos, después cuando caía la tarde y la acompañaba, hasta cerca del portal de su casa sin tocarnos ni siquiera las manos , al llegar a casa, en una carta pequeña azul y con un sello del centenario de Bécquer, me explicaba todo lo que había sentido al estar a mi lado durante ese día y yo lo recibía al día siguiente con muchísima impaciencia y alegría.  averigüé por aquel entonces que, en el amor autentico tienen qué estar completamente locos los dos.  Así pasaron casi los dos años como algo, ajenos totalmente a investigarnos.
El miedo a perder la libertad y la exigua y volátil calderilla del viento de la juventud se opusieron a qué, me comprometiera  formalmente o materialmente con ella a algo. Yo con aquella bellísima rubia no era como decía Joyce en el relato de los muertos(Los hombres de hoy en día solo saben de los engatusamientos y todos quieren lo mismo) Yo lo reconozco no era de esos. Un día, lluvioso de diciembre quedé con ella. Como siempre que quedaba con ella, si sé retrasaba algo mi corazón latía como cuando subía una empinada colina. Era delgada, alta y rubia y los ojos eran tan azules o quizá tan verdes, que yo nunca pude descifrar.Tenía su rostro como dos ventanas y una puerta para mi, desde el mismo día qué la conocí siempre abierta y tan sencilla como una diminuta y roja fresa salvaje dentro del laberinto del monte  degenerado de las alucinógenas setas de mis bosques desanimados.   
Recuerdo que estaba debajo de un castaño con las hojas muy frescas pálido, barbilampiño, con el bigote y la perilla que me salían a corros de brujas como senderuelas y con una pinta andrógina más que a ninguna otra cosa concreta. Si pasara por allí alguna persona romántica y culta, vería en mi nervioso rostro uno de los malogrados bocetos que, posiblemente Baleriano Becquer tirara a la papelera hasta conseguir hacerle al fin uno de los más bellos y enigmáticos retratos a su querido hermano. A cinco metros de mi árbol estaba esperando un muchacho que parecía tener mas edad que yo y con una pinta agitanada de aceituna Cordobesa a la espera de un segundo de esos que duran un año apareció Maria Jesús me dirigió la mirada como si fuera una pantera negra, cuando le faltan unos metros para abatir a una gacela, y se abrazó y beso aquel hombre que esperaba con tanta pasión como si, en lugar de amarse estaban haciendo la guerra. ¡Me desmayé! Alguien acababa de desenchufar del mundo toda la luz eléctrica,  y apoyado en el castaño de indias en el qué estaba tan cerca creí qué ya era noviembre y qué se caían todas las hojas a destajo, tenia la sensación tan triste y desolada qué me quedé, como si fuera el último pasajero del Titanic, qué se quedó sin bote, o como el que guarda en una hucha de barro, los besos que no ha dado nunca y el día que se decide a abrirla, está rota y recién robada, la misma sensación de tristeza en la atmosfera, como la que tenían los pueblos y aldeas de mi Vieja Castilla allá por los sesenta el día de Viernes Santo, en un cuadro de Solana.
Comenzó tibiamente a llover, y jamás supe a donde me condujeron mis pies, aparecí a más de la media noche en mi pensión,  el manojo de llaves en mi mano, me parecio enorme pero por fin di con la cerradura del infierno que era la mía y me abrió la puerta, el alcohol a la llama de un coñac de la marca Fundador, que ahora, empiezo a recordar que me tomé en la cafetería del Sevillano de Cervera,… Sin dejar de olvidarla en mi pequeño cubil, donde pernoctaba sin ya jamás recobrar el sueño y reencarnado en un féretro grajo. No volví a verla jamás, y fue lo mejor porque si la hubiera visto en aquellos días, yo habría sido el abigeo, que hubiese inaugurado el primer caso de violencia de genero.
Me dedique como un perro, con la lengua a limpiarme las heridas y escribí más de cuatro cuadernos de poesía  perturbadora  y maldita que, ahora cuando las leo no se si morirme de pena o de risa. ¿Pero, tan estúpido y bueno era yo ya en aquella época? Me quedaron de aquella relación más de doscientas cartas o piedras preciosas después de dejarla los viernes, sábados y algunos domingos, que es cuando se ponía a escribirme sus encantadoras cartas de poetisa defraudada por mi espíritu acomplejado y cobarde de artista sedentario en lata. Toda vía las queda un acre olor a zorruno, pero que putada, me encantan. Cuando me abandonó por otro y ya no volví a recibir más misivas pasé, más de un año como si me hubiese quedado sin cocaína y con la anestesia de la duda de si era blanca o negra, la nieve.
Escribía tan sencillo y tan bien qué, si algún día se publicaran se forraba, no tengo duda alguna de que hoy es una gran escritora que escribe con seudónimo para qué, yo no la encuentre nunca y no sepa que era yo el que tanto la inspiraba, con tanta exquisitez y respeto con que la trataba.
La locura, en boca de Erasmo de Rotterdan decía: "Yo misma suelo sentarme alguna vez entre los dioses de los poetas. Éste perece por una mujerzuela, y, cuanto menos es amado, con mayor pasión la adora".
 
Ahora desde tanta distancia en el tiempo, y que ya no funciona ningún reloj de aquellos que había que darles cuerda, aquellos Exactus, que como el que yo qué solo recuerdo a mi suegra esta parado  a las doce en punto, creo que aquella generación con solo una orilla impuesta por el motín de los uniformados führers, pero sin ningún puente democrático para el consenso y el entendimiento, quizás bajo una lectura absurda, tenía algo surrealista pero ventajoso para nosotros, y una de las formas prescritas por frustración o intuición era la de ser vírgenes por el  más tiempo posible para, ahorrar energías y coger fuerzas para levantar el país (Para que más adelante lo dejaran caer los banqueros, los de Grey y las nueve semanas y media de canalones chorreando amarilla lluvia mantecosa a aguaceros por las espaldas del tiempo venidero) y eso que duda cabe tenía sus ventajas a largo plazo, te hacían creer que si no lo hacías, no te desprestigiarías nunca y eras mas tiempo libre, no como ahora que tiran en el primer encuentro todo por la borda y haciendo a sus progenitores, que carguen la segunda parte de la prole cuando tanto han luchado para descansar de sus azarosos y mentirosos días.
Unos inmaduros e irresponsables, devoran como gusanos las hojas de la morera, y se hacen tan viejos prematuramente que están de vuelta de todos los andenes con tantos trenes llenos de desamores como han cosechado y no recuerdan en que parte de sus vidas perdieron la maleta con todas sus ilusiones. Y están esperando en una estación que no existe a un destino donde los llevan las orugas de los gusanos suicidas en contacto siempre con los charcos de plasma digitales donde nadan en la red sin dirección ninguna…
Que revoluciones aquellas del sesenta y ocho, desde esta crisis que ahora mismo nos invade y que ya se esta acabando el verano y están los tomates sin apenas madurar no se si mereció la pena jugar tanto al sesenta y nueve mientras los tomates rojos y en teoría sociales acabaron con todas las utopías muros escaleras fronteras en tan poco tiempo qué ahora qué me pregunto ¿Qué ha quedado de aquel mundo  social, estético y espiritual al que todo el mundo con el nuevo dinero acuñado  tenía derecho a borrar de la memoria a los pobres muertos que perdieron la vida por darnos una nueva? ¡Nada, solo, espejismos urdangarines  digitales vigilándonos los unos atilas a los otros, con  el cerebro vacío y los pulgares rotos de tanta mini máquina, para podernos ausentar de nosotros mismos  y de los otros y con un sucedáneo de gobierno registral.
Quiero dejar bien claro, antes de qué este tren descarrile y llegue a la última estación qué, que nunca en materia de amores estuve a la altura de Humbert el tormentoso e inagotable seguidor de mariposas de alas rojas del ruso Nabokov. Yo de todas aquellas mujeres no puedo mentir, nunca me daban nada, pero solo las cogía la mitad y me sobraba, era una pasión mística. Si es que yo era virgen con veinticinco años las malas y perversas eran siempre ellas ¡joder que bien me queda esto!  me escondo de puro miedo tímido y la culpa que me invade con solo besar a un perro. Igual es, que me mantuve tanto tiempo virgen por miedo, por esperanza, o por mi exceso de imaginación,con oir el sordo susurro de las caracolas ya me parecia haber visto el mar.
Ahora que lo analizo en frio, cuando me abandonaban que era la norma, recibía la parte correspondiente del iva y al declararlo a la conciencia o al alma que es lo mismo, siempre me tocaba pagar. Y todo lo que perdí en las aulas de creatividad aquí, lo volvía a encontrar. No había salido nunca del pueblo excepto para ir a los frailes, pero con la mente y la imaginación no paré nunca de hacer viajes con Jarol Foster y su Principe Valiente y como un Centauro del Desierto por todo el mundo y también con Ambrós así, que aprendí los paisajes, la  arquitectura  y vestimenta  de los otros pueblos de este basto mundo y sobre todo de su agresividad  lo mismo que en mi pueblo, no merecía viajar en la realidad como hicieron Verne y Salgari, en la cabeza de uno están todos los mundos, solo tienes que buscar la madera precisa para poderla amueblar.
Me gustaría pensar, ahora que, ya ha cicatrizado el tiempo de la navajada, que aquella belleza rubicunda qué, no fue más, que un símbolo o mejor dicho una, pre munición de la cercana primavera democrática. Yo no era más que una sombra oscura en aquella hora franquista, donde en la vida y en la calle, tu número de carnet, eran los uniformes, monos, hábitos, sotanas, y trajes cargados de medallas  y caquis antiguallas, afortunadamente, aparecieron los pantalones azules vaqueros tan prácticos y parecía como que habían desaparecido las clases. Después llegaron las bárbaras vikingas del norte, las azuladas  (Por los ojos) suecas y todos nos despendolamos a lo Alfredo Landa. Insaciables guerreras del escudo para abajo que todavía hoy mismo bajan hasta Gambia en busca de negros de grandes badajos para sus bronceadas campanas. En fin yo todavía soy de aquellos que nunca pone al pan boca abajo, porque como decía mi santa madre, era pecado. Aquella generación tan reprimida y frustrante tuvo sin embargo sus ventajas, a mí al final, me dio por preparar unas oposiciones y que con ellas sehizo la luz, nunca mejor dicho pues fueron para Iberduero y mandé a la basura el dudoso ajuste ideológico, anarquista de derechas y entre a trabajar de plantilla en una multinacional de las más seguras que existen y a prueba de crisis por que el propietario solo lo pude ver una vez y por supuesto que era el mismísimo diablo, Por qué  no era el estado, pero se le parecia demasiado
 Afortunadamente para mí, hoy en día, mi premisa es ella la que aullentó los pajaros de mi cornisa y esto va a misa. Ella es mí pasado, mi presente y mi futuro, con ella me explotó la vida a manos llenas sin haber tenido jamás tiempo para vivirla, solo de soñarla y si alguna vez emplee la poca inteligencia que tengo para lo práctico aquel día qué la encontré la gaste toda en el único  fondo que siempre me da los más altos intereses. Y cuando me invade el miedo, por el mínimo cambio del tiempo o por el ruido producido por las hélices de un mosquito, o cuando asustado como un crótalo hago sonar el cascabel sonajero, no la importa, que la inculque mi tóxico veneno, es una gran mangosta inmunizada, adulta y segura y no sigue siendo como yo, un niño inseguro, tímido y malo de raíz qué, sigue con la manida formula de que la mejor forma de combatir el aburrimiento, es como siempre lo ha hecho, con la infalible rutina esa realidad tan grande que te da la sensación de que solo has vivido un solo día, cuando después de más de curenta años con la misma mujer te preguntas ¿De qué conozco yo a esa mujer? La rutina, de irme cada día más pronto a la cama a descansar como hizo el buen Dios: trabajó duro siete días y se fue pronto a dormir la siesta y todavía no se quiere levantar por miedo a que le volvamos a apalear.

VESTIGIOS DE LA VIDA REAL O FIGURADA DE ELOI

“Eloi, Eloi, lama sabactani "Y cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora nona. Y a la hora novena, ...